
La noticia nos produjo repulsa pero, ¿cuántos de nosotros nos paramos a hacernos ciertas preguntas incómodas pero necesarias? Por ejemplo, ¿es deleznable disparar a un elefante pero no lo es disfrutar con el triste espectáculo del Toro de la Vega en Tordesillas? ¿O incluso con las corridas de toros?
¿Con qué vara de medir establecemos que la vida de un elefante vale más que la de un toro? Con una vara del Primer Mundo, sin lugar a dudas.
En África existe una percepción muy diferente de este animal. En Cuangar (Angola), por ejemplo, recientemente casi un centenar de hectáreas de producción agrícolas sin recolectar fueron destruidas tras el paso de los paquidermos, poniendo en riesgo las reservas alimentarias de la población. En Mozambique, cerca de la frontera con Zimbabue, las manadas de paquidermos atacan a la gente y pisan las cosechas, sembrando el pánico entre los habitantes de la zona. En un gran número de países africanos, lejos de encontrarse en peligro de extinción, es necesario controlar la sobrepoblación de elefantes mediante el sacrificio selectivo para salvar los ecosistemas.
Con esto no pretendo ni mucho menos defender este tipo de safaris, solo plantear unas preguntas y dejar constancia de que la realidad no es una sino muchas. Que las redes sociales e Internet se conviertan en una fuente de recursos para hacernos más reflexivos y más críticos no para dejarnos llevar por la seductora marea de las masas.
Rocío Orovengua
(Cuadro de Armando Mariño)